El viernes 24 de junio en la mañana, unos 1500 inmigrantes subsaharianos intentaron saltar la valla que separa Marruecos del enclave español de Melilla. Unos 133 lo lograron, pero la brutalidad a ambos lados de la valla por parte de las fuerzas policiales de los dos estados dejó, en el recuento de las ONGs, 37 muertos. Los heridos son innumerables.
Lo ocurrido en Melilla es tan inhumano y cruel, que la tentación para defendernos de la vergüenza y el dolor es culpar rápidamente a los políticos. Pero si como sociedad no decimos nada, si toleramos, simplemente somos cómplices.
La cultura de la indiferencia de la que habla el Papa Francisco, cuya presencia es directamente proporcional a la vida acomodada, no deja de ser un pecado social del que todos tenemos que revisarnos.
En gran parte, el pecado social es ceguera colectiva que la cultura dominante se encarga de camuflar y justificar. Solamente dejándonos tocar por el dolor del otro, por los “nadies” que llegan sin nada más que sus cuerpos a las vallas que levantamos contra ellos y a los que se les puede matar sin que haya consecuencias, aceptando que nos duelan las entrañas, podemos ser rescatados de esa indiferencia que mata nuestra humanidad.

No nos excusemos en que todos usaron violencia. Fratelli Tutti nos hace conscientes que, ante la desigualdad de fuerzas, no cabe la comparación.
FT 253 : “Cuando hubo injusticias mutuas, cabe reconocer con claridad que pueden no haber tenido la misma gravedad o que no sean comparables. La violencia ejercida desde las estructuras y el poder del Estado no está en el mismo nivel de la violencia de grupos particulares.”
El Papa Francisco nos invita a abrirnos al regalo de los pobres que llegan a nuestras fronteras.
FT nº 135 : “Los inmigrantes, si se los ayuda a integrarse, son una bendición, una riqueza y un nuevo don que invita a una sociedad a crecer.”
Cuando esas personas tienen nombres, historias, las conocemos y comienzan a formar parte de nuestras vidas, nos sentimos enriquecidos y agradecidos ; constatamos que, de algún modo, ellos son salvación para nosotros.
Que la cultura dominante no nos nuble la vista y sepamos descubrir el rostro de Cristo en nuestros hermanos subsaharianos que solo buscan vivir. Con sus muertes, una parte de nuestra dignidad se va con ellos.
Mariángel Marco Teja, UJ 27 de junio 2022