Por la mañana, la sesión informativa del Padre Jacques nos recordó la importancia vital de nuestros bosques y despertó nuestra conciencia colectiva sobre las realidades ecológicas de Madagascar.
Por la tarde, el Padre Jacque compartió con nosotros un modelo de plan de acción ecológica que pudimos personalizar y completar.

Conversión ecológica prevista
En el espíritu de la Encíclica Laudato Si, el Papa nos exhorta a alabar la creación con una adoración y gratitud semejantes a las de San Francisco de Asís.
De este modo, vivir en armonía con Dios y con toda su creación se convierte en nuestra aspiración suprema y en un ejemplo luminoso para quienes nos rodean.
Por tanto, estamos llamados a sensibilizar a nuestros seres queridos sobre la causa ecológica, a abrir sus ojos y sus corazones a las maravillas de la naturaleza que nos rodea.
Nuestros bosques : un precioso regalo de Dios
Los árboles purifican el aire emitiendo oxígeno al tiempo que capturan dióxido de carbono. Liberan vapor de agua a la atmósfera, regulando el ciclo del agua, una tarea de vital importancia. Regulan el clima y contribuyen a equilibrar el calor ambiental. Los bosques y la vegetación retienen el agua, dando lugar a preciosas fuentes de agua dulce. Combaten la erosión del suelo. Los árboles ayudan a reducir la fuerza del viento y limitan los daños en caso de tormenta. Proporcionan un hábitat y una fuente esencial de alimentos tanto para los animales salvajes como para los seres humanos. Los bosques son fuente de materias primas para la construcción de casas y muebles. Las plantas y los árboles del bosque son también los guardianes de nuestra salud, proporcionando a la humanidad remedios naturales.
Por último, la agricultura respetuosa con los bosques es una forma prometedora de generar ingresos sostenibles y sustanciales para las poblaciones locales.

Las deficiencias crónicas del país están relacionadas con los daños medioambientales
- La pobreza : Según cifras del Banco Mundial, el 75% de los habitantes de Madagascar viven con menos de 1,90 dólares al día, lo que lo convierte en uno de los países más pobres del mundo. Esta pobreza se debe en gran parte a la dependencia de los hogares de la agricultura, sector que representa el 80% del empleo y el 25% del PIB. La agricultura es vulnerable a los caprichos del clima, la deforestación, la erosión del suelo y la pérdida de biodiversidad. Por ejemplo, se calcula que entre 2005 y 2010 Madagascar perdió un 2% de su cubierta forestal cada año, lo que provocó una reducción de servicios ecosistémicos como la regulación del clima, la protección contra las inundaciones y el suministro de dendroenergía (carbón vegetal y leña) y productos forestales no madereros. Como consecuencia, la degradación del medio ambiente repercute negativamente en los ingresos y los medios de subsistencia de las poblaciones rurales, que son las más pobres y numerosas.
- La inseguridad : : Madagascar está expuesto a numerosos riesgos naturales, como ciclones, sequías, inundaciones, corrimientos de tierras e invasiones de langostas. Estos fenómenos tienen consecuencias devastadoras para las infraestructuras, los cultivos, el ganado, la sanidad y la educación. Por ejemplo, en 2019, el ciclón Idai afectó a más de 130.000 personas, provocando la pérdida de 78 vidas y daños en más de 22.000 viviendas. La inseguridad alimentaria también es un problema importante, que afecta a casi la mitad de la población. Según el Programa Mundial de Alimentos (PMA), 1,3 millones de personas se encontraban en situación de emergencia alimentaria en 2020, debido principalmente a la prolongada sequía en el sur del país. La inseguridad medioambiental agrava la vulnerabilidad y provoca inestabilidad social.
- La energía : Madagascar sufre una persistente escasez de energía que obstaculiza su desarrollo económico y social. Según el Banco Africano de Desarrollo (BAD), solo el 15% de la población tiene acceso a la electricidad, cifra que desciende al 5% en las zonas rurales. La mayoría de los malgaches dependen de la dendroenergía (carbón vegetal o leña) para cocinar y calentarse, lo que contribuye a la deforestación y la contaminación atmosférica. Según cifras de 2014, cada persona utiliza 60 kg de leña al año, 110.000 toneladas al año en la ciudad de Antananarivo y 402.000 toneladas al año en toda la isla. 110.000 ha de bosque son diezmadas cada año para la producción de leña y carbón vegetal.
El sector eléctrico se enfrenta a problemas de producción insuficiente, red deteriorada, pérdidas técnicas y comerciales y tarifas poco rentables. El potencial de las energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa) está muy infraexplotado, a pesar de que podría ofrecer una solución sostenible y asequible a las necesidades energéticas del país. Reconocemos que nuestras acciones irresponsables han agravado estos males, pero la solución también está en nuestras manos, en nuestra capacidad para restablecer el equilibrio ecológico.

Acciones sencillas pero significativas para preservar nuestra tierra
- Gestión meticulosa de nuestros residuos personales y domésticos Esto significa clasificar nuestros residuos según su tipo (orgánicos, plástico, papel, vidrio, etc.) y depositarlos en los contenedores adecuados. Esta práctica facilita el reciclaje y la recuperación de materiales, al tiempo que reduce la cantidad de residuos enterrados o incinerados.
- Una utilización prudente del agua El agua es un recurso precioso y limitado, sometido a una presión cada vez mayor por el crecimiento demográfico, el desarrollo económico y el calentamiento global. Por eso es esencial que reduzcamos nuestro consumo diario de agua evitando el derroche y adoptando prácticas de ahorro. Por ejemplo, según las Naciones Unidas, una ducha consume una media de 50 litros de agua, mientras que un baño consume 150 litros. Del mismo modo, cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes puede ahorrar hasta 12 litros de agua por minuto.
- Reducción drástica del uso de carbón vegetal El carbón vegetal es una fuente de energía muy utilizada en nuestro país, sobre todo para cocinar. Sin embargo, tiene un impacto perjudicial sobre el medio ambiente, ya que contribuye a la deforestación, la contaminación atmosférica y las emisiones de gases de efecto invernadero. Por tanto, urge reducir nuestra dependencia del carbón vegetal y favorecer fuentes de energía más limpias y renovables, como la solar y la eólica.
- Gestión inteligente de nuestro consumo de electricidad La electricidad es esencial para alimentar nuestros electrodomésticos, ordenadores, teléfonos e iluminación. Sin embargo, no está exenta de consecuencias para el medio ambiente, ya que se genera principalmente quemando combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas, responsables del calentamiento global. Según la Agencia Internacional de la Energía, la producción mundial de electricidad generó 13.000 millones de toneladas de CO2 en 2019, es decir, el 38% de las emisiones totales del sector energético. Por tanto, es imperativo que reduzcamos nuestro consumo de electricidad adoptando comportamientos responsables, como apagar los aparatos en vez de dejarlos en modo de espera, utilizar bombillas de bajo consumo o elegir equipos de bajo consumo.
- Prácticas responsables en la lucha contra los incendios forestales Como individuos, podemos adoptar prácticas responsables para reducir el riesgo de incendio. Asegúrate de apagar bien las hogueras, no tires colillas ni botellas a la naturaleza y respeta las normas locales sobre quemas agrícolas.
En resumen, cada pequeña acción cuenta, cada gesto de amor hacia nuestra casa común es un acto de redención y reconexión con nuestro Creador. Comprometámonos juntos a convertirnos en guardianes benévolos de nuestra tierra, a construir un futuro en el que perdure la belleza de la naturaleza y reine la armonía sobre nuestra existencia. |
Comisión de Ecología Madagascar : Clément, Nico et sœur Arlette
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