Reclamando Poder y Lugar
Las estadísticas policiales registran que entre 1980 y 2012, alrededor de 1.181 mujeres indígenas fueron asesinadas o desaparecidas en todo Canadá. Los hechos siguen hasta el presente. Patricia Hajdu, quien fue Ministra para las Mujeres, estima que el número rondaría las 4.000, a sabiendas de que muchos de los casos no son reportados. El problema es tan alarmante que el Primer Ministro Canadiense ordenó hace tres años una investigación.
Marion Buller, Comisaria Jefe de la Investigación, comenzó su intervención en la ceremonia de entrega del informe afirmando : “Este informe versa sobre el deliberado genocidio en base a la raza, la identidad y el género”.

El informe de 1.200 páginas concluye con 321 recomendaciones, que constituyen imperativo legal, y entre las que figuran : crear un plan de acción nacional para enfrentar la violencia contra las mujeres indígenas ; desarrollar leyes, políticas y campañas públicas de educación para luchar contra la aceptación y normalización de la violencia ; medidas que supongan igualdad en el acceso al empleo, alojamiento, educación, seguridad y salud ; promover el liderazgo de mujeres indígenas.
El Primer Ministro Canadiense, Justin Trudeau, declaró : “Debemos continuar descolonizando nuestras estructuras existentes, el racismo, sexismo y desigualdad económica que ha permitido tal violencia contra las mujeres y jóvenes indígenas para que pueda ser erradicada”.
Datos en la mano : entre 1980 y 2012 el 16% de las mujeres asesinadas eran indígenas, a pesar de que constituyen sólo el 4% de la población. Su tasa de víctimas es tres veces más que las mujeres no indígenas, y el doble respecto a la población masculina aborigen. Todo evidencia que el grupo de población más vulnerable del país son las mujeres indígenas, por el simple hecho de ser mujeres e indígenas.
La conclusión de la investigación es que la desproporcionada tasa de violencia contra las mujeres indígenas es la consecuencia directa de siglos de colonialismo y discriminación. El sistemático racismo, sexismo y colonialismo mantenido a lo largo del tiempo ha producido “violencia institucional”, ejercida por el sistema militar, judicial, eclesiástico, educativo, sanitario y policial. Las políticas coloniales y patriarcales desplazaron a las mujeres indígenas de su rol en las comunidades, rebajaron su estatus social, hasta dejarlas expuestas a la violencia. Y como Trudeau afirma : “No es una reliquia del pasado”.

El informe consagra 43 páginas al análisis legal de lo que es genocidio. El artículo 2 de la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y Sanción del Crimen de Genocidio de 1948, define genocidio como “hechos cometidos con la intención de destruir, en su totalidad o en parte, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. La convención distingue dos formas de genocidio : mental (“intención de destruir en su totalidad o en parte”) y físico (lo que incluye “asesinato de miembros del grupo, causar grave daño al cuerpo y a la mente de miembros del grupo, infligir deliberadamente condiciones de vida calculadas para conseguir su destrucción física en su totalidad o en parte, imponer medidas encaminadas a impedir nacimientos en el grupo y obligar al traslado de niños de un grupo a otro”).
Conforme a esta amplia definición de las Naciones Unidas, no sólo en Canadá, sino a lo largo de América, Australia y todos los países colonizados por las naciones europeas, se ha cometido genocidio contra los pueblos indígenas.
Mirando al país vecino, se puede afirmar que EEUU practicó genocidio abiertamente cuando despejó el territorio para los colonos. Es conocida la frase acuñada por el general Philip Seridan : “el único buen indio es el indio muerto”. En Canadá el trabajo no lo hicieron los militares, sino la política del gobierno y los misioneros ; en la práctica Canadá siguió la consigna de “el único indio bueno es el indio blanco”. El alto oficial del Departamento de Asuntos Indígenas, Duncan Campbell Scott, escribió en 1920 que el objetivo era “matar lo indígena en su infancia” hasta “que no haya un solo indígena americano en Canadá que no haya sido asimilado”.

En los años posteriores al nacimiento de Canadá como nación en 1867 se firmaron los acuerdos entre gobierno federal y pueblos indígenas, o tratados. Sobre el papel, el relación entre ambas partes era de compañeros. Los hechos que siguieron a la firma demuestran que nada más lejos de la verdad. Los indígenas fueron tratados como prisioneros más que como compañeros, siendo forzados a dejar sus tierras y confinarse en reservas, lo que puede interpretarse como un acto de infligir calculadas condiciones de vida que abocaran a la destrucción física, tal como menciona la definición de genocidio de la ONU. A lo largo de numerosos años mujeres indígenas fueron esterilizadas sin su consentimiento, estando constatada dicha práctica hasta el presente, otro aspecto que entra en dicha definición de genocidio. Respecto a los niños forzosamente transferidos a otro grupo, está la triste historia de los internados gestionados por misioneros a los que eran llevados obligatoriamente todos los niños y niñas indígenas, en la esperanza de que olvidaran en su infancia su identidad indígena, y en los que se cometieron innumerables abusos físicos, psicológicos y sexuales (estos internados funcionaron desde el siglo XIX hasta los años 70 del siglo XX) ; también se dio la transferencia de niños indígenas a familias blancas, lo que creó personas sin raíces tanto en el mundo indígena de las reservas como en la sociedad blanca. Todo ello está reflejado también en la definición de genocidio de la Organización de Naciones Unidas. Por tanto, conforme a la convención de 1948 y como afirma el Informe Final, Canadá es responsable de genocidio contra su población indígena.

Canadá es un éxito como nación en muchos aspectos, entre ellos el de haber desarrollado un sistema político que funciona a pesar de su división cultural y lingüística. Acoge ciudadanos de los más diversos países, muchos de ellos llegados como refugiados (recientemente Canadá ha sido felicitad por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados por su generosidad en la acogida). De hecho, uno de cada cinco canadienses ha nacido fuera de sus fronteras. Es un tópico decir que cuanta más diversidad cultural un país integra, más fuerte es. Pero su gran asignatura pendiente y su herida sangrante es su población indígena, las primeras naciones.
El informe presente una realidad cruda que no gusta mirar, pero el mismo hecho de haberse realizado la investigación y haberse acogido oficialmente sus resultados honra al país. En la implementación de las recomendaciones está comprometida toda la sociedad, no solo las instancias oficiales, pues los comisionados apelan a cada canadiense a ayudar a la descolonización para convertirse en fuertes aliados población indígena y no indígena.
Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, declaró a la población indígena presente en la ceremonia de entrega del informe : “Os hemos fallado. Pero ya no os fallaremos más”. Que el futuro por construir hable realmente de eso.
Este informe es un hito en la historia de Canadá, y sin duda una valiosa contribución al debate a largo plazo para toda la humanidad.
Comunidad St. Kateri Ursulinas de Jesús Edmonton, 16 de junio de 2019