
Comenzó el taller presentándonos los tres niveles del YO que nos configuran.
a) El nivel externo
- Lo que sé de mí : El rol que desarrollo en la vida, mi profesión, lo que hago, lo que tengo, mi cuerpo, lo que pienso, lo que siento y lo que amo.
b) El Yo profundo
- El talante de mi persona : el sentido de la vida, creencias y
utopías.
c) Lo que soy . Consciencia de unicidad.
- El camino hacia la verdad de lo que soy, pasa por el silencio, vivido como “proceso”.
Con estas claves fuimos descubriendo qué es la felicidad, los senderos, las condiciones básicas y algunas actitudes que la favorecen como : la autoaceptación, la autoestima, saber acoger todas las emociones, cultivar el amor….

Posteriormente, hicimos la lectura de nuestra vida desde la clave de la felicidad y la compartimos en grupos pequeños lo que nos permitió acoger y agradecer nuestra propia felicidad y la de nuestras hermanas.
Después de este compartir, intentamos adentrarnos en el conocimiento de Jesús como un hombre feliz y su andadura por diferentes caminos :
- El camino del amor
- El camino de la aceptación
- El camino del vivir el presente
- El camino del humor
- El camino de encontrar el sentido a la vida
- El camino de integrar el dolor y la muerte
Una vez leídos y profundizados por grupos, compartimos los ecos que habían dejado esos caminos de Jesús en cada una de nosotras. Este momento supuso una gran riqueza y una ampliación de horizontes en este conocimiento de un Jesús feliz.

Este taller, nos ha llevado al convencimiento de que en este mundo que nos toca vivir, donde no es fácil ser feliz, contraviniendo las expectativas y criterios de felicidad del entorno es urgente : una propuesta de “una felicidad humana y humanizadora, libre y liberadora, solidaria y justa, personal y política…”
Una felicidad que nos remite a un Dios feliz que quiere que todos sus hijos e hijas sin exclusión lo sean, no sólo en el más allá, sino en el aquí y ahora de la historia de cada uno… HOY Y SIEMPRE : ¡SÉ FELIZ….!
Para finalizar, agradecemos : Al Grupo SARA, que nos brindó la oportunidad de poder disfrutar de la riqueza de este encuentro. A Emma Martínez Ocaña, por su sencillez y su sabiduría que nos posibilitó el encuentro con nuestra propia felicidad y la de Jesús. A las hermanas que participaron y que nos enriquecieron con sus palabras compartidas.