Siento que Dios está en la cotidianidad de mi vida.

Tere Ozores nos da testimonio de la presencia de Dios en su día a día, a través de su propio interior, de personas, de la naturaleza.

Atravesando un puente, continuando su marcha sin miedo al cansancio.

Tengo que referirme al momento presente, ya que la experiencia de la fe es para mi absolutamente dinámica y cambiante.

Siento que Dios está en la cotidianidad de mi vida. No me espera a una hora fija, sino que simplemente está en mi y en todo lo que me rodea haciéndose notar más o menos. Sin embargo, cada día vivo momento especiales que van marcando un caminar. Cuando cada mañana voy al trabajo, por una carretera preciosa, hago treinta kilómetros de acción de gracias por el nuevo día, por la vida, por la alegría de la luz, porque me siento privilegiada al poder admirar la belleza del amanecer, de la creación que se despierta. Es mi tiempo para la alabanza y la adoración.

Siempre gozando de la contemplación de la naturaleza.

Durante el día son las personas, en el trabajo, en la familia, en los diferentes grupos con los que comparto alguna actividad, las que me obligan a ser consecuente con lo que creo. Nunca puedo aparcar valores como el respeto, la justicia o la solidaridad. Considero que cada encuentro con otra persona es muy importante y no puedo referirme a momentos más significativos.

Si que es especial el pequeño espacio de la noche, cuando se va haciendo silencio y repaso el día que termina, todo lo que he recibido, los aciertos y los errores.



Es la hora de la reconciliación y de la paz, aunque dure sólo unos minutos.
María Teresa Ozores - Ursulinas de Jesús - Vallobín
En el frío o en el calor… En la nieve… Un alto en el camino para beber de la fuente.
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