Al Oriente, en un recóndito lugar de la Amazonía Ecuatoriana, y después de unas 13 horas de viaje en bus, finalmente un grupo intercongregacional de misioneras, llegamos a Tundayme, pueblo marcado por la espontaneidad de su gente, su sencillez y acogida. Pero también por la empresa minera china que está creando la infraestrucutura para una mina a cielo abierto y que los divide como comunidad, ya que muchas familias en las visitas nos expresaron el daño que esta empresa produce al medio ambiente y la poca relación que existe entre, miembros del sector, con vecinos a favor y en contra de la compañía. También viven con incertidumbre, puesto que por la contaminación que ya existe, peligran los espacios naturales, el agua y la tierra donde muchas familias han sido ya desalojadas.
Hemos Llegados las “Misioneras de Quito”, como nos decían los residentes.
Siendo un grupo diverso conformado por cuatro religiosas : 2 Hermanas Misioneras de la Providencia (Mariana de Jesús y Mariana de Jesús), 2 Ursulinas de Jesús (Mariangel UJ y Andreina –novicia-) y dos laicas misioneras (Daniela y Ludy) ; nuestra llegada no ha pasado desapercibida y rápidamente nuestra presencia se hizo sentir en la tranquilidad de ese paraje ; ellos esperaban y sabían que íbamos a ir a visitarles.
Fuimos para vivir la Semana Santa con ellos y con los pueblos aledaños, compartimos nuestra fe con las familias de Churuwia y del Valle del Quimi, lugares de difícil acceso por la lluvia que afectan sus caminos y sus puentes. Sin embargo, siguiendo el espíritu de Dios que nos impulsa al encuentro de los hermanos y hermanas, esa dificultad no nos detuvo para encontrarnos con estas familias.
Las actividades, encuentros, terapias, visitas a las familias que realizamos con las comunidades fueron vividas con intensidad. Celebramos con ellos el triduo Pascual, y el Domingo de Resurrección en Churuwia y en Tundayme con la presencia del Párroco (Padre Lucas).
Este Acompañamiento a Jesús en su pasión, muerte y resurrección se hizo palpable y visible en el acompañamiento a las familias del lugar. Un testimonio de fidelidad a Dios, que sentimos en cada una de ellas ; acudieron a este llamado las familias y en especial los niños y niñas con quienes tuvimos una convivencia el día sábado ; ellos fueron quienes aportaron su alegría, testimonio de fe y con su presencia animaban a los adultos también a participar.
Regresamos cada una a nuestra misión particular, pero con mucha alegría de poder contemplar el ser Testimonio de Jesús resucitado allí donde el prójimo siempre nos espera.
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